"Todos me contaban lo difícil que era dejar el fútbol. Yo un domingo de junio de 2007 me retiré en Alumni de Villa María. Habíamos salido campeones. Jugamos a la tarde y, a la noche, me fui al campo que tengo en Santa Fe. Me instalé ahí cinco meses seguidos, con el celular apagado, sin televisión. Sabía que ellos querían que siguiera jugando, entonces así nadie pudo ubicarme", comenzó así su charla con Canchallena Roberto Monserrat.
El "diablo", que jugó en Belgrano, San Lorenzo y River Plate no va a la cancha: "No voy a los estadios. No me gusta mostrarme. El año pasado no me dejaron entrar a la cancha de Belgrano. No tenía entrada y le decían al de la puerta que yo era Monserrat, pero me tuve que ir. A River lo fui a ver en la final de la Sudamericana. No venía hacía dos años. La última vez me habían hecho pasar como cinco controles, poner el dedo para ver mis antecedentes. Me faltaba una sola puerta y el tipo no me dejaba entrar. Le dije 'soy Monserrat, yo jugaba acá', le mostré el documento y no me dejaba pasar. Vino otro y le dijo 'cómo no lo dejás entrar si es Monserrat'. No me conocía. Al final, entré. El único lugar en el que me hicieron un carnet es San Lorenzo. Vine a la final de la Libertadores", relató el ex volante.
Sobre su nueva vida señaló que "en el campo, a la tarde salía a correr, no tenía pelota. Los chicos del pueblo me invitaban y de vez en cuando iba. El fútbol es hasta los 35 años, después no te da el cuero y tenés que salir a trabajar. Empezar la nueva vida. Por suerte, me encantaba el tema de la hacienda. Agarrar a los terneros, las vacas, vacunar. Ahora, voy al campo de mis familiares en Córdoba. Tengo los caballos en lo de mi tío y voy a trabajar ahí cada tanto".
Para finalizar se le preguntó porque le decían el diablo: "En la época de Belgrano, a mí me gustaban las motos. Un día lo llevé a un compañero y, como llegábamos tarde, yo aceleré. No iba muy rápido, a unos 70 kilómetros por hora. El chico llegó pálido a la práctica, y me dijo que era el chofer del Diablo. Y ahí quedó. Después me compré otras tres motos. Luque era mi técnico en Belgrano y me dijo que no me quería ver más en una moto, que era peligroso. Yo dejaba la moto a cinco cuadras y llegaba a la práctica caminando, ja".
Fuente: Canchallena