Pizzi, un estilo con más explosión que elaboración

Pizzi, un estilo con más explosión que elaboración

Muy fácil se puede caer en el elogio de un DT campeón. El camino más corto sería tomar las estadísticas. Pero en el caso de Juan Antonio Pizzi se empezará por el respeto invisible , ese que sólo se mide puertas adentro.

Ayer, tras la coronación, todo el plantel lo levantó en el vestuario y lo empezó a tirar para arriba, en un festejo más europeo que argentino. Justo a Pizzi, que en su forma de conducir, de manejarse y de ver el fútbol, tiene más destellos europeos que sudamericanos. Allí estaban todos.

Los titulares, pero también referentes como Ortigoza y Prósperi, que les hubiera gustado tener más continuidad; un ídolo como Romagnoli, que fue el primer fusible de cambio pero jugó casi siempre; hasta el capitán Alvarado fue suplente, y por eso no armó un escándalo (eran momentos de rotación, donde el DT cambiaba mucho); Cristian Álvarez llegó con los pergaminos españoles y, lejos de generar un problema, terminó felicitando a Torrico; lo mismo Mas, por quien los dirigentes pagaron mucho dinero; a Buffarini no le gusta jugar de lateral derecho (y en un comienzo fue motivo de conflicto), pero en este torneo nunca se quejó y buscó adaptarse a lo que necesitaba el equipo.

Salvo excepciones, un campeón nunca termina como arranca. Por que una cosa es el "equipo ideal" del DT cuando arma el plantel y otra es lo que termina diciendo la "realidad", en la que influyen rendimientos, lesiones, suspensiones. Contra Olimpo, en la 1» fecha, empezaron en un 4-2-3-1: Álvarez; Prósperi, Alvarado, Cetto y Mas; Romagnoli y Mercier; Buffarini, Correa y Verón; Cauteruccio. Más allá de las bajas de los dos últimos, si se compara esta formación con la que terminó en un 4-1-3-2? Pero hubo mérito del DT en encontrar (y aplicar) alternativas, sobre todo en el arco y en la forma de marcar en las pelotas paradas . En el juego, el estilo Pizzi se caracterizó por los ataques interiores y las transiciones rápidas, con más explosión que elaboración, por más que hubo tantos de muy buena factura y de varios toques, como el de Alvarado y Piatti a Gimnasia.

El Ciclón no necesitó de mucho movimiento del balón para convertir, ya que dentro del plantel contaba con más "finalizadores" que "armadores". Salvo Mercier, Piatti y Romagnoli, el resto tuvo más desequilibrio que visión de juego. Sin Cauteruccio ni Verón, fue Piatti quien se vistió de goleador y anotó la misma cantidad de tantos que Gigliotti y Vera, uno menos que Matos, tres más que Trezeguet y Abreu, y uno más que Silva. San Lorenzo debió aportar la "suma de todos los 9", que volantes y hasta defensores pisen el área. Por eso ayudó también que hubo 12 futbolistas que convirtieron: Piatti (8), Cauteruccio (5), Correa (4), Villalba (3), Cetto (2), Verón, Buffarini, Cavallaro, Alvarado, Gentiletti, Romagnoli y Mas. ¿Qué le faltó al Ciclón? Juego por afuera: más allá de los goles a Boca (Correa), Colón (Cavallaro) y Belgrano (Correa), no hizo diferencias por las bandas y centralizó en exceso sus avances.

Le alcanzó para festejar, pero ya desde las características se notaba esa falencia. En el exitista fútbol argentino, a veces es necesario contar con una cuota de fortuna que ayude a empujar el proyecto. El DT fue mirado de reojo tras la eliminación ante River, en la Copa Sudamericana, y tras perder la final de la Copa Argentina con Arsenal. Necesitaba un espaldarazo desde la vuelta olímpica. Porque ahora que terminó todo y que San Lorenzo y Pizzi tuvieron argumentos para justificarse campeones? ¿qué habría pasado si uno de los dos remates de Allione hubieran terminado en gol? Hubiera sido igual de posible justificar que Vélez, Lanús o Newell's fueran campeones. Pizzi tiene todo el derecho a decir que San Lorenzo lo merecía como nadie. Es muy válido, pero se equivoca en resaltar el nivel de un fútbol argentino en donde cada vez se juega peor..